Abogado

Siempre he creído y sentido como cierto el tópico de que nuestra profesión es una profesión vocacional, pero un abogado no nace, un abogado se hace, y se hace con el transcurso del tiempo que es quien nos permite aprender de los errores y madurar los aciertos, se hace desde la responsabilidad, la humildad, la constante exigencia de mejora y excelencia, el compromiso, y la lealtad con uno mismo, sus clientes y la sociedad.

Vivir apasionadamente cada caso que me llega, estudiar y conocer el derecho no desde la frialdad del texto que dibuja la Ley, sino buscando y encontrando en él, aquello que más y mejor puede servir a los intereses de mis clientes es una exigencia diaria y una necesidad para que pueda ejercer esta profesión de forma plena y honesta.

No podría terminar esta breve reseña de abogado sin hacer mención a un elemento fundamental, al menos para mí, en el modo en que entiendo esta profesión y es el valor que aporta un buen equipo. Solo rodeado de los mejores se obtienen los mejores resultados. Tengo la suerte de haber encontrado a personas que me ayudan y contar con un equipo al que he podido transmitir mi visión de la profesión y el grado de concienciación necesario para el ejercicio de misma. Solo partiendo de la excelencia, siendo útiles a nuestros clientes y proporcionándoles soluciones prácticas, realistas y acordes con sus circunstancias vitales o empresariales, podemos alcanzar nuestro objetivo y contribuir a cumplir nuestra función.