Formador

La formación es una labor de compromiso, sin embargo, se trata de una labor irrenunciable para alguien como yo que por encima de transmitir lo que desea es aprender. En la sociedad en general y en diversos sectores en particular los individuos que la integran deben ser capaces de afrontar nuevos desafíos constantemente, desafíos que afectan no solo al campo del conocimiento sino también  del comportamiento humano y el desarrollo personal.  Entiendo mi labor –función–  de formador no sólo como instructor de conocimiento teórico sino como inductor al cambio y la mejora práctica que proporciona tal conocimiento.

Me gusta hacer de mis cursos un entorno en donde mis alumnos tomen conciencia de la necesidad de poner en práctica lo aprendido, de que la acción es en muchas ocasiones posterior y, en todo caso,  más fructífera cuando es consecuencia o va acompañada de cierto conocimiento, de que todo cambia y de que todo cambio supone una nueva experiencia y aprendizaje para el que hay que estar preparado. Poner en práctica esos conocimientos es el medio para alcanzar  nuestros objetivos, y una vez se consigan éstos  estar preparado para otros nuevos. Solo así podemos crecer y mejorar, solo así podemos aprender y estar dispuestos a adaptarnos. Abriendo la mente, siendo más consciente  y haciendo que nuestro corazón sienta con más fuerza es una estupenda forma de continuar nuestro camino.