Rinocerontismo.
diciembre 21st, 2014 | Publicado en Vitae Est
“Pensar contra la corriente de los tiempos es una heroicidad,
decirlo en voz alta una locura”.
Ayer asistí en el Teatro Maria Guerrero de Madrid a la obra de Eugene Ionesco: “Rinoceronte”. Una fábula dramática acerca de la aceptación y propagación del totalitarismo y sus postulados en la sociedad, en una sociedad aparentemente sana pero realmente enferma.
Tratado el totalitarismo como una epidemia de efecto contagioso, Ionesco hace que su obra se desarrolle en una ciudad provincial de corte convencional, que le sirve a modo de ensayo de placa de carga, donde la muchedumbre se transforma en rinocerontes perdiendo todo rasgo humanista, y adquiriendo la condición de animales en estado natural. La perdida de la civilización, la moral y del humanismo, de toda singularidad en detrimento de la manada y la ley del más fuerte que rige la naturaleza, se sitúa como uno de los elementos esenciales del debate propuesto por el autor.
El “rinocerentismo” en la actualidad.
Si bien parece lejana la manifestación “rinoceróntica” en forma de totalitarismo – cuidado, se trata de un virus latente -, esta infección puede observase en nuestra sociedad adoptando diversas formas, ha mutado sin lugar a dudas. Quién de nosotros en algún momento, bajo alguna circunstancia, quizás ahora mismo, no nos comportamos como rinocerontes tras leer un periódico, ver las noticias o ser empapados por la llovizna machacona y constante de los medios de comunicación. Tanto en aquella época como ahora se da un rasgo fundamental para la pervivencia del rinocerontismo: el conformismo. La debilidad de una sociedad cuyos individuos son capaces de aceptar simultáneamente un planteamiento y su contrario es un síntoma evidente de una sociedad con presencia del virus. Una sociedad carente de voluntad, es decir, carente de la capacidad de regirse y defenderse de los ataques de quienes la quieren destruir, manipular o transformar es una sociedad ya transformada en manada, preparada y sumisa para ser guiada.
Preguntarnos por nuestra responsabilidad individual y colectiva en los fenómenos que azotan nuestro tiempo: corrupción, injustica, pérdida de libertad, pobreza, etc…, nos sitúa en la antesala de una reflexión meritoria de elogio para quien osa planteársela. Enhorabuena. Decidir resistir por propia voluntad a no transformarnos en “otro rinoceronte mas” nos ubicaría contracorriente, frente a la manada, junto a la soledad del héroe anónimo “rinoceronticamente” considerado inadaptado.
Como se dice en un momento de la obra: “ pensar contra la corriente de los tiempos es una heroicidad, decirlo en voz alta una locura”. A todos los héroes inadaptados, guardianes en su soledad de la civilización y del humanismo. Gracias.